
Durante los siglos XVIII y XIX, la Revolución Industrial
trasladó la fabricación de las manos de los artesanos a las fábricas. En el
siglo XXI, la impresora 3D tiene el potencial para invertir este proceso.
La producción automatizada de objetos a partir de un diseño
informático en 3D 110 es algo nuevo. Las máquinas fresadoras de control
numérico computarizado (CNC) existen desde los años cincuenta; funcionan
cortando el material de un bloque sólido pero hay muchas formas que son
físicamente imposibles de hacer así. La impresión 3D funciona a la inversa:
empezamos con nada y se añade material en capas para crear la forma deseada.
Esto tiene muy pocas restricciones de diseño. Todos tenemos el poder de crear y
fabricar cualquier cosa que podamos imaginar.
CAPA A CAPA
A la impresión 3D también se le llama fabricación aditiva,
porque funciona añadiendo material nuevo en capas. Hay varias técnicas en
función del material con el que se quiera crear.
El sistema más antiguo, la estereolitografía, fue inventado
en 1986 por Charles Hull. Usaba una resina que se endurecía al exponerla a la
luz ultravioleta. Al escanear con un rayo de luz UV la superficie de una bañera
con la resina, se creaba una fina capa de plástico; a continuación, el suelo de
la bañera se bajaba para sumergir la capa completada y el rayo de luz hacia
otro barrido. Cada capa se unía a la que habla debajo y al final emergía el
objeto terminado.
La estereolitografía se sigue usando, pero si queremos crear
con metal, necesitamos una técnica diferente. En lugar de una bañera de
líquido, se sacude una fina capa de metal en polvo en el suelo de la Impresora
y se usa un láser de alta potencia o un rayo de electrones para licuar
determinadas zonas. Ei polvo se funde y se fusiona, se sacude una nueva capa de
polvo encima y se repite el proceso. Para hacer figuritas decorativas, las
impresoras de cama de polvo pueden incluso crear objetos a todo color. Usan un
polvo de yeso y tina impresora que combina tinta y un aglutinante adhesivo.
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